jueves, 30 de junio de 2005

NO HAY MÁS QUE VIENTO

No hay más que viento en la ventana.
La noche vuelve a ser la excavación de los perfumes
el entretejido grávido de los huesos en las estaciones.

Consulto viejos libros y un mechón de sus cabellos,
estreno gestos en la hoja que cae cuando crecemos.

Ella era la heroína de los susurros,
inclinada al impulso de tormentas dispersas
igual que la fuga de un corazón abierto.

Llevanté mis manos en indecible súplica,
para encontrar los ojos con que me había visto
y ya no la busco.
Es la figura que se transforma
luz de tiempo
sol de atardecer que no se ve
rocío
niña y mujer
extranjero
madre y muerte.

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