jueves, 25 de agosto de 2005

Y tú, rústica diosa

Has puesto en fuga sombras,
con un beso.

Huecos por donde el vendaval
se adentra...
tapiados de azul y fuego.
Negro de tu pelo,
y tus ojos.

Volé sobre nubes instantáneas,
soberanos acordes deshaciéndose,
indómito cuerpo del aire.

Tierra, toco tierra.
Un ángel me deposita
a orillas de un lago voluptuoso.

En su espejo delimité mi piel.
Ahora, otra tierra.

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