Sale de mis propias venas
un sudor como de cielo
intentando una escaramuza
en el alfiler sacudido de tu beso.
Una sucia espera encerrada
sobre altares superfluos
recorre con su labio tu multitud
suspirada en mi delirio
haciendo saltar soportes
de escarlata en las aceras
como si fueran papeles
escritos en el ataúd difunto
extendido como diapasón
en la vertiente oscura
donde abrevan sin nombre
los caballos salvajes del llanto,
transformado en caudaloso río.
jueves, 8 de septiembre de 2005
En un caudaloso río
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