lunes, 12 de diciembre de 2005

Conjuro Sioux

Cuenta una vieja leyenda de los indios Sioux, que una vez llegaron
hasta la tienda del viejo brujo de la tribu, tomados de la mano, Toro
Bravo, el más valiente y honorable de los jóvenes guerreros, y Nube
Azul, la hija del cacique y una de las más hermosas mujeres de la
tribu....
- Nos amamos...- empezó el joven
- Y nos vamos a casar....- dijo ella.
- Y nos queremos tanto que tenemos miedo... queremos un hechizo, un
conjuro, o un talismán... algo que nos garantice que podremos estar
siempre juntos... que nos asegure que estaremos uno al lado del otro
hasta encontrar la muerte.
- Por favor...-repitieron - hay algo que podamos hacer? El viejo los
miró y se emocionó al verlos tan jóvenes... tan enamorados... y tan
anhelantes esperando su palabra...
- Hay algo....-dijo el viejo- pero no sé... es una tarea muy difícil y
sacrificada...
- Nube Azul... -dijo el brujo- ¿ves el monte al norte de nuestra
aldea? Deberás escalarlo sola y sin más armas que una red y tus
manos... deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte...
si lo atrapas, deberás traerlo aquí con vida el tercer día después de
luna llena...¿Comprendiste?
- Y tú, Toro Bravo...-siguió el brujo- deberás escalar la montaña del
trueno... cuando llegues a la cima, encontrarás la más brava de todas
las águilas, y solamente con tus manos y una red, deberás atraparla
sin heridas y traerla ante mí, viva... el mismo día en que vendrá Nube
Azul... Salgan ahora! Los jóvenes se abrazaron con ternura y luego
partieron a cumplir la misión encomendada... ella hacia el norte y él
hacia el sur... El día establecido, frente a la tienda del brujo, los
dos jóvenes esperaban con las bolsas que contenían las aves
solicitadas. El viejo les pidió que con mucho cuidado las sacaran de
las bolsas... eran verdaderamente hermosos ejemplares...
- Y ahora qué haremos...-preguntó el joven- ¿los mataremos y beberemos
el honor de su sangre?
- No - dijo el viejo.
- Los cocinaremos y comeremos el valor en su carne?- propuso la joven.
- No - repitió el viejo.- Harán lo que les digo: tomen las aves y
atenlas entre sí por las patas con esta tiras de cuero... cuando las
hayan anudado, suéltenlas y que vuelen libres... El guerrero y la
joven hicieron lo que se les pedía y soltaron los pájaros... el águila
y el halcón intentaron levantar vuelo pero sólo consiguieron
revolcarse por el piso. Unos minutos después, irritadas por la
incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre sí hasta
lastimarse.... Este es el conjuro. Jamás olviden lo que han visto...
son ustedes como un águila y un halcón... si se atan el uno al otro,
aunque lo hagan por amor, no sólo vivirán arrastrándose... sino que
además, tarde o temprano, empezarán a lastimarse el uno al otro... Si
quieren que el amor entre ustedes perdure... "Vuelen juntos... pero
jamás atados".

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