lunes, 30 de enero de 2006

La Mano


Estamos salvados;
recorrimos cada nervio de la tierra
cada grano de arena
cada aguja del tiempo.
Acabada la pausa
rociamos la piel
con aromas del aire
robamos al cielo quietud
y las nubes detuvieron sus formas.
Cada cual ha de nacer
cada cual ha de morir
enquistarse en frases diferentes
alcanzar con su mano
hasta donde su mano llegue.
Magenta y cian
cruzando el horizonte
blanco y pasión
mezclándose, creando
tardes acantiladas,
curvas trazadas
sobre tu pecho
y el gris fecundando
diamantes en tus ojos.
Mujer, dijiste,
y los senos de mi madre
fueron tanques de miel
en mi boca,
una página escrita
en el olvido,
una mañana teñida
de palabras
abiertas al infinito.

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