Un amigo se fue a Madrid, sabiendo que su novia necesitaba unas gafas de
sol, y encontrando la ocasión de comprarle unas muy bonitas y baratas entró
en una óptica.
Después de ver unas cuantas se decidió y las compró. La dependienta se las
envolvió, pagó la cuenta pero, al marcharse, en lugar de coger la caja con
las gafas, cogió una muy parecida que había al lado y que contenía unas
bragas que seguramente alguna cliente de la óptica se acababa de comprar.
Sin darse cuenta de la equivocación, fue directamente a Correos y le envió
la caja a su novia junto a una carta. La novia recibió el paquete y quedó
perpleja por el contenido y más cuando leyó la carta que así decía:
Querida mía:
Espero que te guste el regalo que te envío, sobre todo por la falta que te
hacen, ya que llevas mucho tiempo con las otras que tenías y estas cosas se
deben cambiar de vez en cuando.
Espero haber acertado con el modelo. La dependienta me dijo que eran la
última moda y me enseñó las suyas, que eran iguales. Entonces yo, para ver
si eran ligeras las cogí y me las puse allí mismo. ¡No sabes como se rió la
dependienta porque estos modelos femeninos en los hombres quedan graciosos y
más a mi, que ya sabes que tengo unos rasgos muy alargados!
Una muchacha que había allí me las pidió, se quitó las suyas y se las puso
para que yo viera el efecto que hacían. Las vi estupendas. Me decidí y las
compré.
Póntelas y enséñaselas a tus padres, a tus hermanos y, en fin a todo el
mundo. ¡A ver que dicen..!
Al principio te sentirás un poco rara, acostumbrada a ir con las viejas y
más ahora que has estado un tiempo sin llevar ninguna. Si te están pequeñas
me lo dices, porque te pueden dejar señal cuando te las quites y todo el
mundo va a notar que las usas.
Ten cuidado también de que no te estén grandes, no sea que vayas andando y
se te caigan. Llévalas con cuidado, y sobre todo, te pido que no vayas a
dejártelas por ahí y las pierdas, ya que tienes la costumbre de llevarlas en
la mano para que todos vean sus encantos.
En fin, para qué te voy a decir más, sólo que estoy deseando vértelas
puestas, aunque te las tendrás que quitar cuando te bese. Creo que es el
mejor regalo que podía hacerte, cariño.
¡Un gran beso!
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¡Ya no soy virgen!
La familia comía tranquilamente. De pronto, la hija de 10 añitos comenta
tristemente: "¡Tengo una mala noticia...! ¡ya no soy virgen!" y rompe a
llorar notablemente alterada... con sus manos en la cara y cierto halo de
vergüenza.
Un silencio sepulcral, hasta que entre los padres comienzan las
recriminaciones mutuas... El padre arranca: ¡"Tú, hija de puta! (señalando a
su esposa). ¡Esto es por ser como eres! por andar de coqueta como puta
barata... con cualquier imbécil que llega a casa. Claro, ese es el ejemplo
que la niña tiene que ver todo el día. O de ti (señalando a la hija mayor de
25) como andas manoséandote en el sofá y toqueteando al pendejo ese de arito
y pelo largo, que hasta maricón debeser. ¡Todo delante de la niña!"
La madre no aguanta más y recrimina a todo grito: "AAaaaaaaHHHHHH, sí? ¡Y
quién es el imbécil que se gasta medio sueldo en putas! y se despide de
ellas en la puerta de la casa. ¡O es que tú piensas que la niña y yo somos
ciegas, desgraciado! Además, qué ejemplo pude tener si desde que te
compraste la televisión esa por cable, te la pasas viendo películas porno
todo el fin de semana!".
Desconsolada y al borde de un colapso, la madre con los ojos notablemente
llorosos y con la boca temblorosa toma tiernamente las manos de su hija y en
voz baja pregunta:
- ¿Pero cómo fue? ¿te forzaron?
Y entre sollozos la niña le contesta:
- ¡No mami, lo que pasa es que la profesora me sacó de la pastorela!
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